sábado, 5 de septiembre de 2009

Ulrico Schmidel. Un periodista sin periódico

(por Jorge Eduardo Padula Perkins)

En enero de 1536 llegaba a las márgenes del Río de la Plata el primer adelantado, don Pedro de Mendoza, quien en febrero de ese mismo año establecía un reducido grupo de casas de barro rodeadas por un muro de tierra. Era la fundación del puerto de Santa María del Buen Ayre.

Con él, hombres de trabajo y hombres de armas y, en el conjunto, un alemán, Ulrico Schmidel, llamado a ser por vocación y servicio el primer periodista de origen europeo con actuación en estas tierras.

Europa vivía para entonces el esplendor del Renacimiento que, junto con una vuelta a los valores de la antigüedad clásica grecolatina, generaba el espíritu de empresa, de aventura e indagación de lo desconocido, y España, en su Siglo de Oro de las letras y las artes, era gobernada por Carlos I que concentraba en su persona ese trono y el de Alemania constituyendo la monarquía más poderosa del continente.

América era el gran desafío para aquel espíritu de empresa, el objetivo adecuado para los bríos que impulsaban a poner la vida en pos de aventuras, riquezas y conocimientos no pocas veces utópicos.

Por ello la colonización y, en el caso que nos ocupa, la penetración española en el Río de la Plata de principios del siglo XVI eran noticia en el más moderno sentido del término. Tenía la empresa los tres elementos significativos de la noticia que define Charnley: “Un suceso, que implica un género de acción”, “una información, donde se describe o relata la acción en términos comprensibles” y “un público al cual se presenta la relación”.1 Sucesos, los emergentes de la acción global colonizadora y del detalle de los acontecimientos vividos por sus hombres; información, la brindada por las crónicas que Schmidel, como Pero Hernández lo hiciera sobre Asunción, recopilaba por primera vez del Río de la Plata, y público, el del continente europeo, ávido de conocimiento respecto de aquellas inéditas y asombrosas aventuras.

Ulrico Schmidel había nacido en Straubin, Baviera, con anterioridad a 1511, y tras haber probado suerte en el comercio se había embarcado como voluntario en la expedición de Mendoza, a consecuencia de lo cual permaneció durante dieciséis años en territorio americano, hasta que en 1552 regresó a Europa. En 1567 escribió y publicó en su idioma natal el libro en forma de crónicas que resultó ser la primera narración cronológica sobre los sucesos acaecidos en el Río de la Plata a partir de la llegada del primer adelantado: Verídica descripción de varias navegaciones, como también de muchas partes desconocidas, islas, reinos y ciudades, también de muchos peligros, peleas y escaramuzas entre ellos y los nuestros, tanto por tierra como por mar, ocurridos de una manera extraordinaria, así como de la naturaleza y costumbres horriblemente singulares de antropófagos, que nunca han sido descritas en otras historias o crónicas, bien registradas o anotadas para utilidad pública, por Ulrico Schmidel de Straubin.2 Era aquella una narración de los sucesos de la expedición del primer adelantado desprovista de adornos literarios, en una “mezcla de alto alemán con vocablos militares y voces españolas y americanas transcriptas al alemán”.3

Sin saberlo, Ulrico Schmidel actuaba como un periodista, aun cuando esa categoría comunicacional no había sido formulada, porque no existían los periódicos a la manera de la prensa moderna. Recién a fines del siglo XVI en Venecia comenzaron a circular las hojas informativas denominadas “gazzettas” consideradas precursoras de los periódicos, y en 1615 aparecía en Alemania el primer periódico con características generales de la prensa como hoy se la conoce, el Frankfurter Journal.

Hechos, lugares, circunstancias, personajes, acciones bélicas y actitudes políticas son relevados por la pluma de Schmidel. Al relatar su arribo a Cádiz el cronista hace una descripción de circunstancia cuyo contenido es eminentemente informativo: “Cerca de esta ciudad había catorce buques grandes, bien pertrechados con toda la munición y bastimentos necesarios, que estaban por navegar hacia el Río de la Plata en las Indias. También se hallaban allí dos mil quinientos españoles y ciento cincuenta entre alto-alemanes, neerlandeses y austríacos o sajones y nuestro supremo capitán, de alemanes y españoles, se llamaba don Pedro de Mendoza”.4

Para entonces ya hubo dado Schmidel la fecha de su partida de Amberes, el 2 de agosto de 1534, y la de arribo a Cádiz, 14 días más tarde, es decir, el 16 de agosto del referido año. Por lo tanto los interrogantes básicos cuyas respuestas componen la información son resueltos en su crónica: don Pedro de Mendoza y sus hombres (quién) partirán hacia el Río de la Plata (qué) con su flota de catorce buques (cómo) en el año 1534 (cuándo) desde el puerto de Cádiz (dónde).

Más aun, amplía Schmidel con información secundaria, como si conociese y manejase a conciencia plena el esquema de la pirámide invertida propio del periodismo moderno, que reclama señalar en principio lo más importante y posteriormente los datos de menor jerarquía: “Entre esos catorce buques, uno pertenecía al señor Sebastián Neithart y al señor Jacobo Welser, de Nuremberg, quienes enviaban a un factor, Enrique Paine, al Río de la Plata con mercaderías: en ese buque de los dichos señores... hemos navegado hacia el Río de la Plata yo y otros alto-alemanes y neerlandese, unos ochenta hombres bien pertrechados con armas de fuego y otras clases”.5

Otro pasaje de la obra de este cronista describe aspectos de la geografía física y humana de algunos parajes: “...llegamos a tres islas que están juntas unas con otras. La primera se llama Tenerife, la otra Gomera y la tercera La Palma; desde la ciudad de San Lúcar a estas islas hay más o menos doscientas leguas. Los habitantes de ellas son españoles puros, así como sus mujeres e hijos, y hacen azúcar...”.6 Esto es, sin duda alguna, otra forma de noticia, de interés geopolítico, económico y humano.

Una de las noticias más importantes, sobre todo desde la perspectiva histórica de nuestros días, puede hallarse en los capítulos VI y VII de sus crónicas; esta es la primera fundación de Buenos Aires, hecho que en el marco de nuestras comunicaciones contemporáneas hubiese merecido un título de tapa: “Desembarcamos en el Río de la Plata el día de los Santos Reyes Magos... Allí levantamos una ciudad que se llamó Buenos Aires: esto quería decir buen viento”.7
También las acciones bélicas conformaban la crónica de la obra de Schmidel, vulgarmente conocida por su título abreviado de Viaje al Río de la Plata: “...los indios asaltaron nuestra ciudad de Buenos Aires con gran poder y fuerza. Eran como veintitrés mil hombres, y pertenecían a cuatro naciones, una llamada Querandís, otra Guaranís, la tercera Charruás, la cuarta Chana-Timbás. Tenían la intención de matarnos a todos, pero Dios Todopoderoso no les concedió tanta gracia, aunque consiguieron quemar nuestras casas, pues estaban techadas con paja... Mientras parte de los indios marchaban al asalto, otros tiraban sobre las casas con flechas encendidas, para que no tuviéramos tiempo de atender a ambos y salvar nuestras casas...”.8

Acto seguido da a conocer la inevitable evaluación de todo hecho bélico: “En el encuentro perecieron cerca de treinta hombres de entre nosotros los cristianos, entre capitanes y gente de tropa...En este ataque quemaron también cuatro buques grandes, que se hallaban a una media legua de nuestra ciudad de Buenos Aires”.9

El tratamiento de los temas más lacerantes de la condición humana, también surge de las narraciones de este precursor del periodismo del Río de la Plata: “Fue tal la pena y el desastre del hombre que no bastaron ni ratas ni ratones, víboras ni otras sabandijas; hasta los zapatos y cueros, todo tuvo que ser comido. Sucedió que tres españoles robaron un caballo y se lo comieron a escondidas; y así que esto se supo se les prendió y se les dio tormento para que confesaran. Entonces se pronunció la sentencia de que se ajusticiara a los tres españoles y se les colgara en una horca. Así se cumplió y se les ahorcó. Ni bien se los había ajusticiado, y se hizo la noche y cada uno se fue a su casa, algunos otros españoles cortaron los muslos y otros pedazos del cuerpo de los ahorcados, se los llevaron a sus casas y allí los comieron”.10

Novedades sobre agricultura son también motivo de ocupación de Schmidel que, refiriéndose a los indios Carios, señala que “tienen trigo turco o maíz y una raíz que se llama mandioca y otras buenas raíces más que se llaman batatas y mandioca-poporí y mandioca-pepirá. La raíz de batata se parece a la manzana y tiene el mismo gusto; la mandioca-poporí sabe a castañas. De la mandioca-pepirá se hace un vino que beben los indios”.11

Por último puede citarse el ejemplo de la información sobre las luchas políticas que por aquellos años acaecían entre los europeos en América: “Volvimos a navegar río abajo —dice el cronista— hacia donde estaba nuestro capitán general Álvar Núñez Cabeza de Vaca, y cuando allí llegamos, nuestro general mandó que no dejáramos nuestro buque so pena de muerte y él en persona vino a nuestro buque y aprisionó a nuestro capitán Hernando Ribera. También Álvar Núñez Cabeza de Vaca, nuestro capitán general, nos quitó todo lo que nos habíamos traído de tierra...”.12

Inclusive la opinión política, en este caso de oposición a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, surge de los escritos en cuestión: “Se portó de impropia manera, pues un capitán que quiere gobernar un país debe siempre prestar y dar atención tanto al grande como al chico y hacer justicia, y mostrarse benevolente tanto para el más humilde como para el más alto —argumenta— nada de eso hizo, sino solamente quiso hacer cuanto su orgullo y soberbia le dictaba”, concluye.13

Y finalmente el derrocamiento del referido gobernante ocupa un lugar en el cuerpo informativo: “Cuando la gente vio que el capitán general no quería moderarse, nobles y villanos decidieron hacer una asamblea, pues querían prender al capitán general y enviarlo a Su Cesárea Majestad, haciéndole saber cómo se había portado con la gente y cómo no podía gobernar el país... En esto intervinieron los cuatro señores que Su Cesárea Majestad había nombrado contador, tesorero y escribano, que tenían los nombres de Alonso Cabrera, don Francisco Mendoza, García Vanegas y Felipe de Cáceres... Tuvimos preso en la cárcel a este señor Álvar Núñez Cabeza de Vaca durante un año, hasta que se aparejó una carabela y se mandó a España a dicho señor... fue necesario elegir e instituir alguien que nos hiciera justicia y gobernase la tierra mientras Su Cesárea Majestad no dispusiese y mandase su representante... Nos pareció entonces conveniente elegir a Domingo Martínez de Irala, que ya antes había gobernado... además la gente se llevaba muy bien con este Domingo Martínez de Irala y la mayor parte estaba muy contenta con él...14

Por supuesto que los textos de Ulrico Schmidel deben ser analizados dentro de su contexto histórico cultural. Siguiendo a Charnley, sostenemos que “las crónicas no surgen y no se desarrollan en un vacío; antes al contrario, forman parte de su época y de su sociedad”, cuyas particularidades “pueden afectar el sentido de un suceso y determinar su valor relativo como base para una crónica”.15

Justamente por ello es que los hechos, lugares, circunstancias y personajes que Schmidel inserta en sus trabajos no son otros que los que interesan a sus contemporáneos, en la misma o mayor magnitud relativa que al hombre de hoy puede atraerle conocer las posibilidades de vida en el espacio exterior, la cotización del dólar o la geopolítica de Medio Oriente. Y estos hechos trocan en noticia cuando Schmidel los conforma en sus crónicas construyendo lo que De Gregorio denomina una “sistematización de los elementos constitutivos de la información”16 en el momento en que ésta adquiere la forma de texto. Momento al fin en el que se construye el mensaje a partir de un sistema de signos compartidos entre el emisor y el receptor. Una comunicación entre el cronista y el lector, de carácter unilateral, indirecta y pública, tal como lo son las comunicaciones de la prensa contemporánea en el marco de las modernas teorías comunicacionales.

Las crónicas agrupadas en Viaje al Río de la Plata constituyen una propuesta informativa que, salvando las distancias temporales y cuando todavía el mundo no había elaborado el concepto de prensa periódica en el sentido moderno, presenta aspectos de semejanza con las formas que hoy se aceptan como propias y características del estilo periodístico. Es por ello que puede considerarse a Ulrico Schmidel como el primer periodista europeo del Río de la Plata. Paradójicamente, un periodista sin periódico.

Notas
Charnley, Mitchell V., Periodismo informativo, traducción de José Clementi, Troquel, Buenos Aires, 1976, p. 18.
Canal Feijóo, Bernardo, “La época colonial”, en Historia de la literatura argentina, Tomo I, CEAL, Buenos Aires, 1980, p. 130.
Figueira, Ricardo, en prólogo de Los fundadores, colección Capítulo, CEAL, Buenos Aires, 1979, p.1.
Schmidel, Ulrico, Viaje al Río de la Plata, Emece, Buenos Aires, 1942, p. 11s.
Ibid., p.12.
Ibid., p.12.
Ibid., p.17.
Ibid., p.22.
Ibid., p.23.
Ibid., p.21.
Ibid., p.27.
Ibid., p.64s.
Ibid., p.67.
Ibid., p.67s.
Charnley, Mitchell V., Ob.Cit., p.64.
Fontcuberta, Mar, Estructura de la noticia periodística, Ate, Barcelona, 1981, p. 9.

Fuentes:
· Revista “Todo es Historia” N° 313, agosto de 1993, Buenos Aires, Argentina.
· Revista “Letralia. Tierra de letras” N° 148, 18 de septiembre de 2006, Cagua, Venezuela. En línea:
http://www.letralia.com/148/articulo02.htm

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