miércoles, 1 de diciembre de 2010

Pedro Goyena y la prensa católica de su época.

Por Jorge Eduardo Padula Perkins

“Perdonémosle los libros que no escribió para el futuro, porque de escribirlos hubiese conversado menos con sus contemporáneos. Para él no existía interlocutor mediocre; todo joven era una imagen del poeta Virgilio; caían a manos llenas sobre su mente los lirios de su palabra…”, ha expresado Ángel de Estrada (h) al referirse a Pedro Goyena.

La oratoria y la prosa escrita de Goyena, han sido ricas con tanta claridad como han marchado, como alguna vez aseverara el diario “El Nacional” de Buenos Aires, indubitablemente orientadas por su fe.

Integrante activo de la trascendente “Generación del ‘80”, estaba, dentro del abanico ideológico que la caracterizaba, claramente enrolado en el subgrupo de la militancia católica que exacerbaría su elocuencia en la resistencia al liberalismo en general y en particular en temas clave como las leyes de matrimonio civil y educación laica que se percibían como amenazas a la hegemonía del catolicismo en la sociedad argentina de entonces.

Groussac lo describe como de “una fisonomía simpática, risueña a la par que pensativa: ojos pequeños, vivísimos, que vibraban por entre la orla negra de las pobladas pestañas una mirada penetrante; boca abultada de orador elocuente o decidor festivo; barba de misionero joven que afinaba un tanto el pálido perfil” y lo caracteriza por su “cordialidad expansiva, su alegre franqueza y su inalterable buen humor, su rápida asimilación intelectual y ese coger al vuelo el pensamiento ajeno a medio elaborar, con una presteza casi adivinatoria”.

Algunas fuentes ubican a Pedro Goyena colaborando con el diario “La Prensa” y el periódico “El parlamento”. Todas coinciden en aseverar su participación en “Nación Argentina” y “El Nacional”.

Pero sin duda alguna, la labor encarada en la “Revista Argentina” y el periódico “La Unión” se ha correspondido con el período más prolífico de su actividad en los medios.

Hijo de Pedro Regalado Goyena y Emilia del Río Pedriel, este hombre que se constituiría en una pluma al servicio de la causa católica, nacía el 24 de julio de 1843 en Buenos Aires. Cursó los estudios primarios en la escuela particular de Juan Andrés de la Peña e hizo los de nivel secundario en el Departamento Preparatorio de la ciudad.

Estudiante de leyes, no había terminado aun su carrera cuando, en mérito a su capacidad, fue designado profesor de filosofía en el Colegio Nacional de Buenos Aires. A partir de esa incursión en la docencia, sería más tarde profesor de Derecho Romano de la Universidad de Buenos Aires.

La política.

En su actividad política fue diputado provincial en dos ocasiones (1865-1867, 1870-1872), miembro de la Convención Constituyente de 1870, senador (1877-1878) y diputado nacional en tres períodos (1873-1874, 1880-1884, 1886-1890). También tuvo los cargos de director del Banco de la Provincia de Buenos Aires y Defensor de Pobres.

En 1884 fue uno de los fundadores de la Unión Católica, partido político surgido de un congreso que el catolicismo realizara en Buenos Aires en agosto y septiembre de aquel año, en el que participara también José Manuel Estrada. La Democracia Cristiana incluye en su historia a esta agrupación y a sus integrantes.

Singularmente, Pedro Goyena es también un referente fundacional de otro partido, la Unión Cívica de la Juventud, originada en un mitin del 13 de abril de 1890 que albergó a líderes de distintas tendencias opuestas al régimen de Miguel Juárez Celman, tales como Goyena y José Manuel Estrada, Barroetaveña, Del Valle, Bernardo de Irigoyen, Juan B. Justo, Lisandro de la Torre y el para entonces ex presidente de la República Bartolomé Mitre. La Unión Cívica Radical, también cuenta por lo tanto, en su raíz histórica, con la figura de Pedro Goyena.

Periodismo y letras.

Volviendo a la fecunda pluma de Goyena es dable destacar que no se limitó a la argumentación política, sino que lo mostró como hábil crítico literario, ensayista y biógrafo. Al respecto uno de sus trabajos más conocidos es el “Estudio sobre Félix Frías”.

“Nuestros hombres de letras han tenido y tienen más admiradores que lectores; y mientras el público en vez de estudiar las obras de los autores nacionales, se limite a recordarles con cierta estimación no propenderá entre nosotros la literatura”, ha afirmado en un texto que, si bien versa sobre José Manuel Estrada, se proyecta, como puede apreciarse claramente, sobre la totalidad del entorno sociocultural.

“Algo más que un respeto poco concienzudo buscan los que se dedican a la carrera literaria. Necesitan vivir, y por lo mismo encontrar en la producción intelectual lo que llaman los economistas un beneficio”, asevera con contundencia en la misma ocasión, a propósito de que los escritores contemporáneos, dice “no hallan honra ni provecho; porque no es honra uno que otro elogio de la prensa, desacreditado a causa de la prodigalidad con que se le concede; y en cuanto a provecho, basta decir que el general Mitre tuvo que vender su libro sobre Belgrano, por la cantidad de quince mil pesos, honorario frecuente de cualquier abogado en un asunto común”.

“El Nacional”, fundado el primero de mayo de l852 bajo la dirección de Dalmacio Vélez Sarsfield, fue una de las publicaciones que difundió sus escritos. Era un periódico de gran tamaño en cuyos talleres trabajaron hombres que luego dejarían huella en la historia de la prensa, tales como Eudoro Carrasco y Ovidio Lagos, quienes más tarde fundarían el diario “La Capital” de Rosario.

El 15 de septiembre de 1862 apareció por primera vez el diario “Nación Argentina” popularmente conocido como “La Nación Argentina”, cuyo redactor en jefe era José María Gutiérrez, quien se había desempeñado como secretario militar de Mitre durante la campaña de Pavón.
Habría de colaborar Goyena en esta publicación destinada, según su propia presentación, “a robustecer el vínculo de la nacionalidad argentina propendiendo a que no se malogren los sacrificios de medio siglo, ni la oportunidad suprema de afianzar las instituciones, la paz y la prosperidad de la República”, en la que también se difundirían temas históricos y literarios.

La “Revista Argentina”.

“Instaurare omnia in Christo”, el mandato de San Pablo de abarcar al mundo y a las cosas con el espíritu de Jesús, fue el lema de la “Revista Argentina”, que en 1868 vio la luz por primera vez, dirigida por José Manuel Estrada con la estrecha colaboración de Pedro Goyena, y cuya primer etapa de existencia se prolongó hasta 1872. Más tarde volvería a aparecer en el período 1880-1882.

Si bien se trataba de una publicación manifiestamente confesional, estaría abierta a plumas de muy diversos pensamientos que trataron allí, con altura académica y lingüística, cuestiones de política, economía, historia, ciencias, educación, filosofía, arte y literatura, por caso, Aristóbulo del Valle, David Lewis, Eduardo Wilde, Lucio Mansilla, Carlos Guido, Miguel y Pedro Goyena.

De hecho, la prensa católica no limitaba su existencia a la disputa ideológica con el liberalismo, sino cumplía otros roles comunicacionales y culturales en un contexto social que reclamaba y hacía uso de tales publicaciones. Servía para difundir valores literarios y artísticos, mediaba en la convocatoria a los festejos, informaba sobre la creación de nuevas parroquias, el nombramiento de sacerdotes y otras decisiones del gobierno eclesiástico y constituía un canal de comunicación entre los feligreses y las estructuras de autoridad religiosa.

En 1869, la “Revista Argentina” publicaba una profusa crítica sobre Ricardo Gutiérrez construida por Pedro Goyena, quien, entre otras cosas dice que “la poesía de Gutiérrez es, en realidad, como un cielo cubierto de nubles sombrías, donde brillan a veces los fulgores de una esperanza que se extingue rápidamente, haciendo todavía más oscura la región que iluminó”.

“La Unión”.

Junto con Emilio Lamarca, José Manuel Estrada, Navarro Viola y Tristán Achával Rodríguez, Goyena pone en marcha, el 1 de agosto de 1882, el periódico “La Unión”, con la intención de competir no solo doctrinariamente, sino en la captación de lectores.

“Este diario de propósitos pacíficos como su título lo indica, será tal vez un diario de combate. Su nombre es un llamamiento, una divisa y un programa” señalaba una de sus columnas editoriales, y agregaba que “el grupo de ciudadanos que ha fundado este diario, no tiene ambiciones ni rencores; no pretenden gobernar ni estorbar al gobierno; respeta la ley y las autoridades creadas por la ley, como representantes según el orden de derecho, de la autoridad excelsa en que tienen origen los poderes legítimos”. Asimismo, acentuaba su condición católica y señalaba su posición contraria a los avances del liberalismo. En ese sentido no eludiría los debates con otras publicaciones de entonces, como el “Sud América” que dirigía su amigo personal y oponente ideológico Paul Groussac.

No era extraña la presencia de un periódico confesional, dado que en esos tiempos se daba un florecimiento claro de la prensa católica, en especial en Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, que acompañaba la expansión económica y territorial y a las grandes masas inmigratorias que poblaban tales regiones. “La América del Sud”, “La Voz de la Iglesia” y “El Pueblo” eran, junto a “La Unión”, medios de cierta envergadura asociados ideológica y dogmáticamente al catolicismo. Paralelamente, los pueblos del interior veían también nacer periódicos locales vinculados a las parroquias.

Amén de las dotadas plumas de sus realizadores, “La Unión” contaba con un entramado de colaboradores, que suplía de alguna manera la falta de corresponsales profesionales. Al respecto el mismo diario señalaba, con elocuente ironía, que tales contribuyentes podían distribuirse en tres categorías, a saber “el colaborador anónimo, murmurador, maledicente….que tiene siempre una denuncia en el bolsillo; el colaborador noticioso, cronista por carambola…; el colaborador solemne, con grandes aires de literato…”.

En cuanto a su distribución, se hacía por suscripción, contando con un promedio de 1.500 adherentes. Esa aceptación le permitió funcionar con imprenta propia, en el mismo predio donde tenían su estudio Goyena y Nevares.

Como los otros medios católicos, “La Unión” no tenía dependencia directa del episcopado, razón por la cual hacía también, como se dijo, las veces de mediador entre la feligresía y las autoridades del clero. “Va a hacer un año que Suipacha se halla desprovista de cura titular”, indica una nota aparecida en sus páginas el 25 de septiembre de 1886, agregando que “muchas familias que no quieren tener sus hijos sin bautizar se costean hasta Mercedes”, apostrofando : “No pidamos después a los pueblos de la campaña que cumplan con los deberes religiosos si faltan quienes deben darles el ejemplo”.

Goyena murió económicamente pobre, en 1892 en el barrio de Flores, donde había vivido. Más se equivocó Paul Groussac, cuando a poco tiempo de aquella desaparición física pensaba que las jóvenes generaciones lo olvidarían. En el siglo XXI la figura de Pedro Goyena tiene su lugar en la historia de las ideas, razón por la cual no ha sido total su muerte y puede coronarse su existencia con la frase del poeta Horacio que Groussac estimara inalcanzable: Non ovnis moriar.

Bibliografía y fuentes:

- Bruno, Cayetano (1988): Creo en la vida eterna. El ocaso cristiano de los próceres 1. Didascalia. Rosario.
- De Marco, Miguel Ángel (2006): Historia del periodismo argentino: desde los orígenes hasta el centenario de Mayo. EDUCA. Buenos Aires.
- Espósito Fabio (2003): Lectores y lecturas en el Ochenta. En Orbis Tertius, 2002-2003, VIII (9). En línea: http://www.orbistertius.unlp.edu.ar/numeros/orbis-tertius-9/articulos/02-esposito.pdf [Consulta: 23-AGO-2010]
- Groussac, Paul (1980): Los que pasaban. Selección. Colección Capítulo. CEAL. Buenos Aires.
- Miranda, Lidia (2006): La prensa católica y sus lectores en la Argentina , 1880-1920. En “Tiempos de América”, Nº 13, pp. 59-71. En línea: www.raco.cat/index.php/TiemposAmerica/article/viewFile/105682/163944 [Consulta: 23-AGO-2010]
- Prieto, Adolfo (1980): Historia de la literatura argentina. Tomo I. CEAL. Buenos Aires.
- Ravina, Aurora –Directora general- (sin fecha): Historia de la literatura argentina. Fascículo 21, La literatura de la generación del ’80 V. Colegio Nacional de Buenos Aires, Página 12. Buenos Aires.
- Sarlo, Beatriz (1980): Historia de la literatura argentina. Tomo I. CEAL. Buenos Aires.
- http://es.wikisource.org/wiki/Siluetas_parlamentarias:_09 [Consulta: 20-AGO-2010]
- http://www.nuevadc.com.ar/contenido/HistoriaMain.asp [Consulta: 20-AGO-2010]
- www.elciudadanoweb.com/?p=72093 [Consulta: 20-AGO-2010]
- http://sanantonio.freeservers.com/Escuela/InstPGoyena.htm [Consulta: 20-AGO-2010]
- http://es.wikipedia.org/wiki/Pedro_Goyena [Consulta: 20-AGO-2010]
- http://www.buenosaires.gov.ar/areas/ciudad/historico/calendario/destacado.php?menu_id=23203&ide=87 [Consulta: 24-AGO-2010]
- http://es.wikipedia.org/wiki/Unicato [Consulta: 24-AGO-2010]
- http://es.wikipedia.org/wiki/Uni%C3%B3n_C%C3%ADvica_Radical [Consulta: 24-AGO-2010]
- http://es.wikisource.org/wiki/Non_omnis_moriar [Consulta: 25-AGO-2010]
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* Trabajo originalmente publicado en la revista "Ensayos Académicos" del Instituto Superior Pedro Goyena de la ciudad de Bahia Blanca, Buenos Aires, Argentina, Año X, número 1, noviembre de 2010.
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jueves, 15 de abril de 2010

“El Quijote y La Palabra ” (un video de Pablo Banegas)

Por Jorge Eduardo Padula Perkins

El periódico " La Palabra " de San Pedro, producto del intelecto y de las manos laboriosas de don José B. Arcuri, fue un faro que iluminó a las juventudes que encontraron en ese papel rústico y el amplio corazón del componedor de tipografías y de sueños, un espacio para publicar sus escritos.

En el momento en el que se editó “Cuando el ‘loco’ Arcuri tenía ‘ La Palabra ’”
(http://periodismodeayer.blogspot.com/2009/09/cuando-el-loco-arcuri-tenia-la-palabra.html ), se lo hizo con un claro sentido de reconocimiento por la noble tarea con la que José Bechara Arcuri hizo de su vida un apostolado periodístico.

El transcurso del tiempo constituyó a ese humilde escrito en un espacio de encuentro de personas que, desde uno u otro ángulo, se sumaron a la intencionalidad original y aportan a la memoria histórica en torno de don José Arcuri y el periódico “ La Palabra ”.

En ese contexto hemos tenido el honor de recibir la adhesión de dos de los sobrinos nietos del “loco” Arcuri, Leandro José y Gabriela Bechara Arcuri, y de la fotógrafa y guía de turismo Matilde Carreras, quien aportó la imagen del busto que acompaña al post.

Ahora, gracias al desinteresado aporte de Pablo Banegas, sumamos a este homenaje un valioso trabajo fílmico documental, a través del cual se rescatan para la memoria local, pero también de la humanidad, imágenes de un hombre preñado de ideales y consecuente con ellos en su vida cotidiana.

Este es un documento histórico y cultural de valor inestimable que debería ser difundido y protegido como patrimonio de la ciudad de San Pedro, en tanto rescata imágenes inéditas de quien fuera el director y propietario del periódico “ La Palabra ”.

Se trata de una realización de su coterráneo, el escritor y guionista Pablo Alfredo Banegas. Un trabajo producido originalmente en Super 8 fílmico en el año 1983, cuando Banegas tenía 15 años y cursaba sus estudios secundarios al tiempo que se deslumbraba, simultáneamente, con la magia del cine y de la imprenta.

En las imágenes se puede apreciar, entre otras cosas, el frente del edificio en donde funcionaba " La Palabra " (Oliveira Cézar 41), parte de la maquinaria de la antigua imprenta en pleno trabajo, y una muestra de la noble labor cotidiana de José Bechara Arcuri en ese, su ámbito de vida y de sueños.

lunes, 1 de febrero de 2010

El “diarito” Prensa Barrial



por Jorge Eduardo Padula Perkins


Los vecinos residentes en el radio comprendido entre Avenida La Plata, 12 de Octubre, Andrés Baranda y República del Líbano de Quilmes Oeste, se encontraron un día de octubre de 1991 con la singular, novedosa y simpática presencia de un pequeño periódico zonal de distribución gratuita: Prensa Barrial.

No existían por entonces emprendimientos de esa índole, es decir una publicación local de carácter periodístico profesional, sin precio de tapa y sin fines de lucro.

Dirigida por Marta Alicia Armella y con Jorge Padula Perkins como redactor, la publicación se definió a si misma de manera inequívoca como “periódico zonal independiente de interés vecinal”, ofreciéndose en el accesible tamaño de 16,5 por 21,5 centímetros en ediciones que variaron entre las 8 y las 12 páginas.

A partir de entonces habría de distribuirse, durante dos años consecutivos, a través de los comercios anunciantes y personalmente o por correo en las instituciones públicas y privadas de su área de influencia, incluyendo la biblioteca municipal Sarmiento y la Biblioteca Nacional de Argentina.

El espíritu con el que el periódico veía la luz era claramente señalado en la nota editorial del número uno que, bajo el título de “Periodismo local” señalaba que “ en sus comienzos, el periodismo era básicamente regional. Nacía, actuaba y servía en el seno de una comunidad” pero con posterioridad debió satisfacer mayores sectores de públicos con un criterio de mercado, lo que motivó que los grandes medios, nacionales pero también comunales, fueron dejando de lado la información zonal, razón por la cual Prensa Barrial surge “para ser el medio de comunicación de su zona de influencia, una porción concreta de nuestra ciudad, con sus realidades, sus actividades y su necesidad de comunicación. Para que cada vecino sepa qué está sucediendo en su entorno inmediato, qué le ofrecen sus conciudadanos de unas cuantas cuadras a la redonda en materia profesional, social, cultural y de servicios, y qué propuestas hay para el desarrollo colectivo. En definitiva, un medio que, dentro del marco ético de la profesión periodística, actuará como órgano independiente al servicio del interés vecinal”.

De este modo, desde el primer día y a lo largo de sus dos años de vida, Prensa Barrial se constituyó fácticamente en el medio de comunicación de los clubes, sociedades de fomento, centros de jubilados, cooperadoras escolares, bibliotecas populares, museos y los vecinos en forma individual y colectiva.

“Dos años” fue el título de la nota editorial del número aniversario de octubre de 1993, en la que se sintetizaba de algún modo la inserción y la labor de Prensa Barrial en su contexto.

“A lo largo de dos años de ejercicio ininterrumpido de periodismo zonal independiente ha quedado acabadamente demostrada la necesidad misma de la existencia de nuestro medio”, afirmaba y continuaba aseverando que “no lo decimos nosotros. Lo demuestra el flujo permanente de información que hacen llegar a Prensa Barrial las distintas instituciones locales para su publicación, indicador indubitable de cómo el periódico sirve para canalizar las necesidades de comunicación de esas organizaciones barriales” que encuentran siempre en este medio “un espacio mediante el cual efectivizar sus convocatorias destinadas al bien común”.

Asimismo se aseguraba que “por otra parte son muchos los vecinos que de la lectura de este medio han hecho un hábito, al descubrir que, aun en el marco de su sencillez, constituye una fuente irremplazable de información estrictamente barrial” y que “son varios también los que inclusive han sugerido temas de interés comunitario para su tratamiento en estas páginas”.

Prensa Barrial, se dice finalmente, es a dos años de su nacimiento “como un vecino más; conocido y reconocido medio de comunicación comprometido éticamente y desde su autonomía con la comunidad que, a través de la participación permanente, le da vida”.

No obstante el lugar alcanzado y el entusiasmo puesto de manifiesto por sus realizadores, las circunstancias no permitieron la continuidad del proyecto.

“Prensa Barrial pasará a ser historia. La última edición” fue el título de su postrer editorial, en noviembre de 1993 que señalaba puntualmente: “Con estas líneas y tras dos años ininterrumpidos de servicio a la comunicación vecinal, nos despedimos de nuestra humilde pequeña labor con la misma dignidad y honor con que lo haríamos de la más grande empresa. Lo hacemos seguros de haber cumplido nuestro propósito, el de hacer periodismo profesional al servicio de la comunidad local, siempre en un marco de referencia ética y con responsabilidad y transparencia. Nos hemos comprometido moralmente al servicio del barrio, sus instituciones y sus habitantes sin ceder nuestra independencia editorial y sin posicionamientos políticos, ideológicos o dogmáticos de ninguna índole, y hemos recibido a cambio y sin proponérnoslo muchas muestras de reconocimiento y afecto que al tiempo que nos halagaron sirvieron de estímulo para continuar transitando el camino andado”.

Finalmente se afirmaba que “hoy confluyen en las vidas de quienes forjamos este medio, circunstancias de diversa índole que nos obligan a tomar esta decisión, producto de una evaluación concienzuda de la realidad. Nos despedimos entonces con el dolor de tener que cerrar un ciclo importante para la vida de nuestra comunidad vecinal, pero con el orgullo de haberlo constituido”.

Escrito a máquina, ilustrado y diseñado a pura imaginación y voluntad, distribuido a pie y a costa del tiempo personal de quienes lo hacían, pero portador inefable del sentir de la gente, el “diarito”, como algunos lo apodaban, se ganó un lugar en la historia y el alma del barrio.

sábado, 2 de enero de 2010

La educación a distancia en la publicidad de los medios gráficos de antaño.

(Jorge Eduardo Padula Perkins)

La educación a distancia no es el moderno producto de la aplicación didáctica de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.

Lejos de las computadoras, los CD Rom y la Internet, sus antecedentes más remotos nos conducen a la Gaceta de Boston, en 1728, en donde un anuncio ofrecía material auto instructivo para el aprendizaje de mecanografía que incluía la posibilidad de consultas por correo.

Básicamente se trata de una modalidad pedagógica concebida para funcionar en condiciones de separación física y temporal entre el docente y el alumno, razón por la cual dispone de mecanismos de interacción a través de diferentes medios de comunicación.

Para ello se trabaja con materiales de estudio especialmente diseñados, instrucciones claras sobre los procesos a seguir y la atención personalizada mediante tutorías.

En la memoria popular argentina, los orígenes de la educación a distancia en la Argentina se encuentran en la oferta de cursos comerciales a través de las revistas, en especial de historietas.

Resulta curioso revisar algunos de esos contenidos.

"Todos admiran a los que saben triunfar. Mándenos hoy mismo el cupón adjunto y recibirá GRATIS el valioso libro 'Hacia delante', que le enseñará cómo también usted puede progresar estudiando por correo y en su propia casa, en sus horas libres y sin dejar sus ocupaciones actuales", rezaba un aviso de 1940, de la Universidad Popular Sudamericana, dirigida por el Ing. B Marguillán, con domicilio en Rivadavia 2465 de Buenos Aires.

Lo ilustraba la llamativa imagen del dibujo de un hombre admirado por tres empleadas y la leyenda "Un jefe de 20 años".

De la publicación en una revista de humor e historietas como Patoruzú y esta particular leyenda, se desprende que la oferta estaba dirigida a un público joven y ambicioso, interesado en el progreso económico y social.

Tenedor de libros, empleado de comercio, mecanografía, secretariado, mecánico agrícola, avicultura, corte y confección, dibujo artístico, química industrial, motores a explosión, procuración y martillero público, eran entre otras las variadas orientaciones ofrecidas para tal fin.

Asimismo, a cada alumno inscripto se le obsequiaría un libro (Diccionario Enciclopédico Castellano ó La farmacia en casa) y "el lujoso 'Carnet del Estudiante'".

Ese mismo año, Escuelas Sudamericanas, cuyo director era Patricio C. Ryan, "Bachiller y Contador" ofrecía cursos de sastre, radio, autos, modista, dibujante o construcción.

Sin signos de modestia señalaba el aviso que "las Escuelas por correo más importantes", fundadas en 1915, funcionaban en Av. Montes de Oca 695 de Buenos Aires, en el "Palacio propiedad de estas Escuelas".

En otro orden de cosas se aseveraba que "Regalamos las lecciones, papeles, sobres, carnet y útiles".

Durante años, la educación a distancia siguió siendo mayormente conocida a través de este tipo de tentadoras y llamativas ofertas.

Mientras tanto el peronismo creaba la Universidad Obrera Nacional (UON), destinada a promover la capacitación y jerarquización de los obreros en el marco de un fuerte proceso industrializador. Organizada mediante facultades regionales en distintos puntos de país, trocaría, en 1959, en la Universidad Tecnológica Nacional, hoy también dotada de cursos no presenciales.

Un ejemplar de la ya citada revista de historietas, esta vez del año 1956, abunda en espacios de publicidad dedicados a estudios por correspondencia que muestran la continuidad de éstos a través del tiempo.

"GRATIS su propio taller en 10 días...y ganará $ 5000 por mes COMODAMENTE EN SU HOGAR!" aseguraba la 1° Escuela Suiza de Relojería, que no vacilaba en afirmar que "Su porvenir está en los cursos brillantes y acelerados" que de su oferta formativa "en clases personales o por correspondencia y que le permitirá, en muy poco tiempo, convertirse en un experto" Técnico Relojero Cronometrista. Asimismo prometía que "con el equipo de herramientas que la Escuela administra GRATIS a sus alumnos desde las primeras lecciones" el estudiante "podrá instalar SU PROPIO TALLER".

"Con un poquito de estudio....y este bisturí, yo me aseguré el futuro..." asevera un simpático personaje dibujado que, sonriente y con chaqueta de profesional, muestra en su mano izquierda el reluciente instrumento quirúrgico. "Un PEDICURO -agrega el aviso del Instituto de Enseñanza Profesional LYFAR- además de ser socialmente considerado, tiene su futuro asegurado...y si viera usted qué fácil y en que poco tiempo puede DIPLOMARSE, con nuestro método teórico-práctico, en clase o por correo".Como si eso fuera poco, "a todo diplomado de n/cursos por correspondencia REGALAMOS 100 tarjetas profesionales...", remata.

Asociación Radio Instituto ofrecía, también en 1956, gratis para sus cursos personales o por correspondencia, "TODO EL MATERIAL PARA ARMAR 26 RECEPTORES DISTINTOS", como un amplificador audiofrecuente, un pequeño transmisor de radio, dos osciladores para calibración y aseguraba que "TODOS LOS MATERIALES y las VALIOSAS LECCIONES ENVIADAS quedan de PROPIEDAD del alumno".

El Primer Instituto Fotográfico Argentino Sandy, de Sarmiento al 200, invitaba a estudiar en "sus horas libres" mediante "nuestro fácil y moderno Curso en CLASE o por CORRESPONDENCIA" que capacitaba en poco tiempo e incluía "máquina, rollos, papel y drogas completamente gratis..."

La denominada Asociación de Profesores y Maestros del colegio "LA CULTURA" ofrecía por su parte Bachillerato o Perito Mercantil "abreviado en 2-3 años" en clase o por correspondencia.

Mientras en algunos ámbitos se estaban produciendo experiencias no comerciales de carácter puntual, a nivel popular la capacitación no presencial seguía vinculada a propuestas rentadas, dirigidas a públicos con ambiciones de progreso rápido, en su mayoría sin escolarización de nivel medio que le permitiese incursionar en estudios terciarios.

Asimismo, parte de la oferta de este tipo apuntaba a satisfacer demandas de formación en disciplinas inexistentes en la educación formal. En este sentido, ya en 1972 la Primera Escuela Argentina de Detectives, de Diagonal Norte al 800 publicaba una pieza publicitaria proponiendo al lector que "Sea un aliado de la JUSTCIA y de la VERDAD", capacitándose para "esta apasionante y provechosa actividad" mediante "nuestros cursos por correo" con los cuales "usted aprende en casa, sin problemas de horario...", en base a lecciones "redactadas en forma clara, sencilla y directa".

En tal sentido ofrecía tutorías asegurando que "Nuestro Cuerpo de Profesores vigila el desarrollo de sus estudios y aprendizaje, allanándole cualquier dificultad".

Con la perspectiva del tiempo transcurrido, podemos hoy mirar con curiosidad y simpatía la publicidad que, desde la educación por correo, convocaba a un futuro próximo colmado de realizaciones profesionales y personales.


Fuente: Padula Perkins, Jorge Eduardo (2008): Una introducción a la educación a distancia (Nueva edición aumentada y actualizada), Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires.

Ver: http://www.fce.com.ar/ar/libros/detalles.aspx?IDL=2937